Salvo figuras relevantes de la televisión como Mirtha Legrand y Susana Giménez, poca o nada expresión cultural ligada a la música se vio en la alfombra roja del Teatro Colón. Los "chimenteros" tuvieron un lugar de privilegio cuando desde la pantalla chica lo menos que hacen es atentar contra el vocabulario y las buenas costumbres cotidianamente. Ciertamente, fueron 2700 invitados elegidos a "dedo" por su cercanía política con el gobierno macrista (o el ministro de Cultura de la ciudad, Lombardi, ex de Solita Silveyra) y no por su cercanía a los músicos, su problemática o la misma historia de La Boheme de Puccini. Es la nueva "sociedad" que bancamos los porteños con nuestros aportes. Lamentable.