“Scalabrini Ortiz”, obra de Florencia Aroldi, inició su tercera temporada en la sala González Tuñón del Centro Cultural de la Cooperación, ubicado en avenida Corrientes al 1500. Solo dos personajes encarnados por dos grandes actores bastan para que el público se ponga de pie y los aclame: Alejandra Darín como “Mercedes Comaleras” y Pablo Razuk como “Raúl Scalabrini Ortiz” conmueven con sus actuaciones profundas, fluidas. La emoción llega a inundar la sala teatral produciéndose un ida y vuelta entre los dos actores y el público pocas veces visto.La obra de Aroldi se inicia en 1974, un pantallazo apenas, cuando “Mercedes” es desalojada de la casa familiar. Rápidamente, hay un flashback y aparece Scalabrini Ortiz en escena, recordando que es el 30 de mayo de 1959 y que quiere estar solo, dado que los hijos iban a visitarlo. Está cansado y enfermo. Y, aunque no se explicita, es el día de su fallecimiento. Pero aquí no hay tragedia ni melodrama sino una mujer preocupada por la salud de su esposo y éste con sus recuerdos a los que va corporizando, en medio de algún pequeño achaque. Con una torción inesperada en el guion el actor Pablo Razuk encarna otros aspectos del escritor y político: se siente mal, pero es capaz de ponerse el saco para recordar una arenga política, pensar en su padre Pedro y su enorme tarea como ecologista, oponerse al derrocamiento del general Perón, denunciar a la oligarquía que tiene negocios con Inglaterra que avasallan la soberanía nacional., mientras su mujer lo asiste, lo escucha, lo abraza. El final es decididamente conmovedor, tiene misticismo y habla del amor por sobre todos los infortunios. Es una obra netamente política por la figura de don Raúl Scalabrini Ortiz y porque su pensamiento estuvo determinado por las pautas económicas de los años 50. Es también una obra intimista, donde dos actores dejan su alma en el escenario a través de actuaciones precisas y carismáticas. Razuk es un redescubrimiento en este rol mientras que Alejandra Darín tiene una adecuación física a Mercedes Comaleras, esposa del político, que asombra. Altísimo nivel de actuaciones en una obra diferente donde se rescata a una figura nacional. La dirección es de Sebastián Berenguer quien supo manejarse con un escenario pequeño, pocos elementos escenográficos y apuntar a la dirección actoral que es lo que realmente acapara la atención. Bravo.