
El excelente sitio Habitués del Teatro Colón envió información vía newsletter de un documental realizado por el maestro Rosas Pon sobre el destino del magnífico órgano Cavaillé-Coll-Mutin que supo tener el Teatro Colón hasta 1983, pasando por etapas críticas de destrucción lenta y constante. Nadie puede culpar a la actual administración de esto, está claro, pero sí a quienes, funcionarios o no, se encargaron de ir destruyendo parte de nuestro patrimonio cultural, con total ignorancia de qué elementos tenían en su poder. Como que, en los últimos años, se subastaron pedazos del viejo y noble piso del escenario del gran teatro vía internet. Habría que fijarse qué ha pasado con las fotografías autografiadas de los artistas que visitaron el Colón y si están o no sus originales. Por ejemplo. Y verificar el material de archivo de las partituras de óperas que un cartonero utilizaba como papel de venta bajo la actual administración, siendo descubierto al azar por un coreuta de la alta casa de música. Todo es una vergüenza.