LA ÚLTIMA SESIÓN DE FREUD
Obra de teatro de Mark St Germain. Adaptación y dirección de Daniel Veronese. Teatro Picadero.
Esta
versión de la obra que el dramaturgo norteamericano Mark St Germain publicara
en el 2010, y que tuvo en nuestro país versiones anteriores, ofrece dos
actuaciones memorables, excluyentes: Luis Machín como el doctor Sigmund Freud,
y Javier Lorenzo como el catedrático de Oxford Clive Staples Lewis (autor de
Las crónicas de Narnia, entre otros textos), tienen un encuentro en el estudio
del padre del psicoanálisis, meses antes de su fallecimiento (su muerte -1939- hoy se
estudia como antecedente de la Eutanasia), precedido por un
cáncer en la boca, luego de más de 30 cirugías (las escenas de los últimos 20 minutos donde Machín recrea los ataques de dolor de Freud son sencillamente magistrales).
Un texto complejo es el de St Germain dado que obliga a los actores a un redoblado esfuerzo de memoria así como a una dicción muy clara y perfecta: el ateísmo de Freud basado en su análisis de la Biblia y del Nuevo Testamento y su comprensión psicoanalítica de la personalidad de Jesús de Nazareth, confrontan con el misticismo racional del profesor Lewis, quien se aferra a la fe luego de un profundo análisis del Catolicismo. La inteligencia de ambos hombres se pone a prueba en un duelo de altísimo vuelo, donde se exponen teorías complejas como las de G.K. Chesterton (contemporáneo de Freud y Lewis, fallecido en 1936) y su libro El hombre eterno, y textos religiosos.
La obra de St Germain tiene además un profundo sarcasmo que Luis Machín maneja con solvencia y presencia escénicas mientras que Javier Lorenzo lo secunda a la altura. Ambos protagonistas regalan un texto diferente, rico, perturbador por tocar temas muy sensibles, a través de un enfrentamiento intelectual sobresaliente. Es, sin duda, una de las obras más notorias de la cartelera porteña que ahora se traslada a la temporada de verano en Mar del Plata.
Nota de Redacción: se destacan la escenografía así como el clima de guerra logrado a través de los partes militares radiales y el sobrevolar de los aviones. También la musicalización, que cierra la puesta tan cuidada con el primer concierto nro 2, opus 18, para piano de Rachmaninoff (sus primeros compases repetidos en un sinfin).
Elsa Bragato